jueves, 3 de diciembre de 2009

La Batalla de Ayacucho: UNIDAD, INDEPENDENCIA Y VICTORIA (Fernando Ramón Bossi)

En la mañana del 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, dos ejércitos se preparan para la batalla. Dos ejércitos frente a frente. Dos ejércitos y también dos proyectos: uno cargado de futuro, justicia y ansias de libertad; el otro, sólo con el peso infame de 300 años de soberbia, rapiña y ultraje. Son, de un lado, 5780 patriotas y una pieza de artillería, del otro, 9310 soldados con once cañones. Desde las alturas del Condorcanqui el Estado Mayor realista observa las maniobras de los patriotas. Allí están De la Serna, Canterac, Villalobos, Valdés, Monet, Feráz, el "Carnicero" Carratalá, García Camba y otros. Cuenta este último, en sus memorias, que al divisar a las tropas patriotas, con sus casacas oscuras y sin el brillo de los escuadrones realistas, algún generales español exclamó: "¡parecen monjes!, no podemos perder contra esas tropas". Caro iba a pagar el comentario.

En la Sabaneta, a poca distancia del Condorcanqui, el general Antonio José de Sucre preparaba su estrategia: cuatro batallones en el ala derecha, el "Bogotá", "Voltígeros", "Pichincha" y "Caracas" al mando de Córdoba. En el ala izquierda La Mar al frente de otros cuatro batallones, el "Primero", "Segundo", "Tercero" y la "Legión Peruana". En el centro dos regimientos encabezados por Miller, los Granaderos y los Húsares de Colombia. La reserva, al mando de Lara, con tres batallones, "Rifles", "Vargas" y "Vencedores", y la única pieza de artillería.

"De los esfuerzos de hoy, depende la suerte de la América del Sur. Otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia, ¡Soldados!, ¡viva el Libertador!, ¡Viva Bolívar, el Libertador de Perú!", decía arengando a las fuerzas patriotas el General Sucre. La suerte estaba echada.

El general Jerónimo Valdéz inició el ataque contra el ala izquierda de La Mar. Inmediatamente los generales Antonio Monet y Alejandro González Villalobos arremetieron contra la divisiones del centro y derecha de Sucre. Pero allí estaba Córdoba y la reserva de Lara. "¡División! ¡De frente! ¡Armas a discreción y a paso de vencedores!", fue la famosa frase de Córdoba con que ordenó la carga victoriosa. Mucho menos homérica, pero propia de un hombre hijo de los llanos fue la arenga de Lara: "¡Zambos del carajo! ¡Al frente están los godos puñeteros! El que manda la batalla es Antonio José de Sucre, que como ustedes saben, no es ningún cabrón, Conque así, apretarse los cojones y... ¡a ellos!". La victoria fue completa. La pampa de Ayacucho, en quechua "Rincón de los Muertos" hizo gala de su nombre para las tropas españolas. Lo primero que hace Sucre, luego de concluida la batalla es pensar en su jefe Simón Bolívar y, apresurado, le escribe desde el mismo campo de combate: "... los últimos restos del poder español en América han expirado en este campo afortunado....".

Decía el patriota puertorriqueño Pedro Eugenio de Hostos: "Ayacucho no es el esfuerzo de un solo pueblo; es el esfuerzo de todos los pueblos meridionales del Continente; no es el resultado de una lucha parcial, es el resultado de una lucha general; no es la victoria de un solo ejército, es la victoria de todos los ejércitos sudamericanos; no es el triunfo militar de un solo capitán, es el triunfo intelectual de todos los grandes capitanes, desde la fantasía fascinadora que se llamó Bolívar hasta la conciencia impasible que se llamó San Martín; no es el campo de batalla de peruanos y españoles, es el campo de batalla de América y España; no es la colisión de dos contrarios, es la última colisión de un porvenir contra otro porvenir; no es la batalla de una guerra, es la batalla decisiva de una lucha secular".

¿Qué proyectos se enfrentaron en Ayacucho? Uno, el de la continuidad del antiguo régimen, el proyecto del colonialismo; el otro, el proyecto bolivariano de la Patria Grande. Venezolanos, neogranadinos, ecuatorianos, rioplatenses, chilenos, guaraníes, peruanos y altoperuanos combatimos juntos contra el poder colonial más temible de la época. Y lo derrotamos. La fórmula: la unidad; el objetivo: la independencia; el resultado: ¡la victoria!

Hoy, a casi 180 años de la gloriosa batalla, los pueblos de América Latina y el Caribe debemos incorporar las lecciones de Ayacucho. El gran proyecto bolivariano de aquellos tiempos no prosperó, los egoístas intereses de las oligarquías nativas más la acción disgregadora de los imperialismos de turno hicieron imposible cristalizar los sueños del Libertador. Veintitantas repúblicas nacieron así como consecuencia de los intereses de las minorías privilegiadas. La dependencia, la miseria, el hambre y demás calamidades que produce la pobreza y la opresión se abrieron paso con la Patria dividida. Se pretendió apagar la llama de Ayacucho. Los colonialistas de hoy y esas mismas oligarquías pretenden ahora seguir dominándonos, con las mismas armas de ayer y con otras más sofisticadas.

Pero América Latina y el Caribe arremeten nuevamente. Los pueblos oprimidos han comenzado a caminar nuevamente ¡A paso de vencedores! Los ¡zambos del carajo! de Venezuela ya tienen su presidente llanero, patriota y revolucionario. Los brasileños y argentinos se aprestan dispuestos a los próximos combates. El pueblo boliviano está movilizado y ya le ha causado severas derrotas al proyecto neoliberal. Cuba siempre alumbrando con dignidad y resistencia. La propuesta anexionista del nuevo colonialismo, el ALCA, sufre la embestida de los pueblos que se niegan a quedar sujetos a mayor sometimiento. La propuesta integradora con soberanía, el ALBA, irrumpe con la decisión de quien llega para quedarse. Vientos de unidad e independencia soplan por la América meridional. Nuevos triunfos se avecinan en El Salvador, Uruguay y Panamá. Colombia ya le dijo no a las pretensiones del fascismo. La espada de Bolívar camina por América Latina.

El año próximo celebraremos el 180 aniversario de la Batalla de Ayacucho. El Congreso Bolivariano de los Pueblos, organización que reúne a las más importantes fuerzas patrióticas, democráticas y revolucionarias de América Latina y el Caribe se pronunció categóricamente: el año 2004, en homenaje a la Batalla de Ayacucho, será el Año de la Lucha por la Unidad de Nuestra América.

Ese es el gran desafío de América Latina y el Caribe: la unidad para alcanzar la definitiva independencia y la victoria. Ayacucho es la fuente de donde nuestros pueblos deberán beber y empaparse:

¿Qué nos enseña Ayacucho?

A los patriotas: La "Patria es la América", señalaba el Libertador Simón Bolívar. Sin unidad no habrá salida para ninguno de nuestros países. "Nos unimos o nos hundimos", ha dicho en varias oportunidades el Presidente venezolano Hugo Chávez. Hoy, como ayer, no hay espacios para "patrias chicas", ni para repúblicas invertebradas. El patriotismo en la actualidad se debe entender a la luz de Ayacucho, como patriotismo latinoamericano caribeño.

A los revolucionarios: Sólo en la unidad de las fuerzas sociales progresista está la clave de la victoria. El frente popular de aquella época estaba constituido en el Ejército Libertador, y éste representaba los intereses de las grandes mayorías del pueblo. Hoy, el frente popular se presenta en los movimientos políticos y sociales que se oponen al neoliberalismo, en todos los sectores y las clases perjudicadas por el modelo de entrega y opresión que sólo tendrán perspectiva de progreso en el marco de países soberanos, con justicia social y democracia participativa. Es por eso que las fuerzas revolucionarias actuales deberán bregar por un amplio frente nacional, patriótico y democrático que acumule las fuerzas necesarias para enfrentar con éxito a las poderosas fuerzas de los sectores antipopulares y antinacionales.

A los jóvenes: En ellos está la responsabilidad de las futuras victorias. El Estado Mayor del ejército libertador de Ayacucho estaba constituido mayoritariamente por jóvenes. Sucre tenía 29 años, Córdoba 25 años, Miller 29 años, Silva 32 años, Suárez, 34. En la juventud actual, sin compromisos con las viejas clases dirigentes, de cara a un futuro de paz y dignidad, está la reserva fundamental del proyecto libertador.

A las mujeres: El infatigable mensaje de valor y heroísmo de Manuela Sáenz, quien en Ayacucho ganó su grado de Coronela por haber peleado de igual a igual contra el opresor.

A los pueblos: Siempre en la unidad y únicamente en la unidad se podrá derrotar a cualquier enemigo, por poderoso que sea, que pretenda sojuzgarlo. Ayacucho nos enseña que los mismos indios, criollos, negros, mulatos, hombres y mujeres, en igualdad de condiciones y con la firmeza en la decisión de ser libres, que derrotaron al más poderoso imperio de su época, podrán hoy hacer lo mismo con el imperialismo que nos somete. "Luego de Dios, no hay nada en el mundo que tenga más fuerza que un pueblo unido", reza una pintada popular en las calles de Caracas.

"Ayacucho es, pues, más que una gloria de estos pueblos, más que un servicio hecho al progreso, más que un hecho resultante de otros hechos, más que un derecho conquistado, más que una promesa hecha a la historia y a los contemporáneos de que los vencedores en el campo de batalla eran la civilización contra el quietismo, la justicia contra la fuerza, la libertad contra la tiranía, la república contra la monarquía; Ayacucho es un compromiso contraído por toda la América que dejó de ser española en aquel día", decía el patriota Eugenio de Hostos en 1870. Y creemos que ese compromiso asumido en Ayacucho merece hacerse realidad.

Ya aparece un organización, un instrumento para ejecutar ese compromiso, el Congreso Bolivariano de los Pueblos, y ya asoma el borrador de un programa para efectivizarlo: el ALBA, Alternativa Bolivariana para América Latina. ¿Qué más necesitamos para constituirnos en una gran nación libre e independiente? Aquellas banderas desplegadas en Ayacucho: UNIDAD, INDEPENDENCIA Y VICTORIA.

Marchemos, como hace 180 años, ¡A paso de vencedores!

"Fue apóstol, vivió como héroe y murió como mártir" (Roberto Bardini)

Faltaban 11 días para Navidad. A la orden de "¡fuego!", un pelotón de fusilamiento unitario acribilló de ocho tiros en el pecho al coronel federal Manuel Dorrego, ex gobernador de Buenos Aires. Había sido estudiante de leyes, militar indisciplinado en los cuarteles pero valiente en el campo de batalla, apasionado político y patriota hasta los huesos. Fue una víctima más del crónico desencuentro entre argentinos.

Dorrego nació el 11 de junio de 1787 en Buenos Aires. Fue el menor de cinco hermanos, hijos del rico comerciante portugués José Antonio de Dorrego y la argentina María de la Ascensión Salas. En 1803, a los 15 años, ingresó en el Real Colegio de San Carlos y a inicios de 1810 comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de San Felipe, en Santiago de Chile. Pronto abandonó las aulas y se unió al movimiento independentista chileno. Exaltado, cambió el traje civil y los libros por el uniforme y las armas. En la milicia del país andino ganó las tres estrellas de capitán al sofocar un movimiento contrarrevolucionario. Tenía 23 años.

Antes de concluir 1810, Dorrego regresa a Buenos Aires y con el grado de mayor se une a las fuerzas armadas encabezadas por Cornelio Saavedra rumbo al norte. En el combate de Cochabamba sufre dos heridas y gana el ascenso a teniente coronel. Más tarde, bajo las órdenes de Manuel Belgrano, lucha en Tucumán (24 de septiembre de 1812) y Salta (20 de febrero de 1813). El ejército de Belgrano marcha hacia Potosí sin Dorrego: se queda en la retaguardia, arrestado por indisciplina. Eso le evita las derrotas de Vilcapugio (1º de octubre de 1813) y Ayohuma (14 de noviembre de 1813), y quizá la muerte en servicio.

El payador uruguayo José Curbelo lo recuerda así:
Argentino, Americano
En la idea y en los hechos
Impulsivo y corajudo
En los embates guerreros
Recibió sendas heridas
En Sansana y Nazareno
Y le pidió a sus soldados
Para seguir combatiendo
Lo alzaran sobre el caballo
Así fue Manuel Dorrego

A pesar de todo, ese mismo agitado año, Dorrego asciende a coronel y encabeza la creación de milicias gauchas. Apenas ha cumplido 26 años. Los momentos de inacción, sin embargo, lo descontrolan. El inflexible general José de San Martín ordena su confinamiento por nuevas actitudes de indisciplina y en mayo de 1814 es trasladado a Buenos Aires. Allí se pone a las órdenes del general Carlos María de Alvear.

Temperamental en todo
Bromista en los campamentos
Pudo hasta indisciplinarse
Pero puesto en el gobierno
Supo muy bien dónde iba
En defensa de su pueblo
Ni emperador del Brasil
Ni centralismo porteño
Entreveraron las huellas
Que marcó Manuel Dorrego

Alvear le propone al caudillo oriental, José Gervasio Artigas (1764-1850) la independencia de la Banda Oriental a cambio de que retire su influencia de las provincias del litoral. Artigas había dirigido la insurrección de los orientales contra las autoridades españolas en el llamado Grito de Asencio y fue proclamado por sus compatriotas como Primer Jefe de los Orientales. El 20 de enero de 1814, abandonó el sitio de Montevideo -cuyo mando comenzó a monopolizar José Rondeau- y apoyó los pronunciamientos de los paisanos de Entre Ríos y Corrientes. El líder rioplatense rechaza el ofrecimiento de Alvear. Dorrego parte a enfrentarse con el rebelde, con quien -paradójicamente- tiene ideas bastante cercanas. El militar derrota al artiguista Fernando Otorgués en las cercanías del arroyo Marmarajá (6 de octubre de 1814), pero es vencido por Fructuoso Rivera en Guayabos (10 de enero de 1815).

Cada vez que algún retazo
Perteneciente a este suelo
De las Provincias Unidas
Anduvo corriendo un riesgo
Se alzó con su voz valiente
Reclamando ese derecho
Y por la soberanía
Él supo jugarse entero
Así cruzó por la vida
Luchando Manuel Dorrego

Joseph Conrad, autor de novelas marineras, escribe en el cuento La Laguna (1898): "Un hombre no debe hablar sino del amor o la guerra. Tú sabes qué es la guerra y en la hora del peligro me has visto lanzarme en busca de la muerte como tantos otros en busca de la vida". Amor y guerra, muerte y vida: estas palabras pueden aplicarse a la trayectoria de Dorrego, quien a su regreso a Buenos Aires, en 1815, se casa con Angela Baudrix. De la unión nacieron dos hijas: Isabel en 1816 y Angelita en 1821.

El impetuoso Dorrego se lanza a la lucha política. Se declara partidario de un gobierno federativo y fomenta la autonomía de Buenos Aires. Con Manuel Moreno y otros patriotas se opone a Juan Martín de Pueyrredón, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Finalmente, para no participar en el enfrentamiento civil, solicita que su regimiento se una al ejército que San Martín prepara en Mendoza para la Campaña de los Andes. No alcanza a partir: el 15 de noviembre de 1816, Pueyrredón ordena su destierro. Lo embarcan y recién al tercer día de viaje se entera que su destino es el puerto de Baltimore, en Estados Unidos.

El 9 de julio de 1819, Pueyrredón renuncia y es reemplazado por el general José Rondeau. Dorrego regresa a Buenos Aires al año siguiente. Recupera su grado de coronel, obtiene el mando militar de Buenos Aires y es designado temporalmente gobernador interino. Presenta su candidatura a gobernador en la provincia pero es derrotado por Martín Rodríguez. Con caballerosidad, hace reconocer por sus tropas el triunfo de su adversario. Pero el hecho de estar en la oposición hace que el gobierno lo destierre en Mendoza. Una mejor idea hubiera sido darle el mando de un regimiento y ordenarle combatir. La inactividad o el ostracismo no son buenos para Dorrego: huye a Montevideo.

[Nota al margen: además de los problemas políticos internos de las Provincias Unidas, desde septiembre de 1816 existía la amenaza militar externa de los portugueses en la Banda Oriental. Las autoridades nacionales no procedían con la energía necesaria para expulsarlos. Artigas, el principal perjudicado, culpaba con razón a las autoridades de Buenos Aires por la falta de respaldo. Algunos historiadores sostienen que se debería reconocer que el caudillo oriental procedió como "un auténtico patriota argentino" hasta su derrota en 1820.]

Por una América Unida
Compartía el alto sueño
Que tuvo Simón Bolívar
Desencontrado en el tiempo
Por intereses extraños
Ajenos al sentimiento
De los hombres que lucharon
Y que hasta su sangre dieron
A veces incomprendidos
Como fue Manuel Dorrego

Dorrego regresa a Buenos Aires -junto con exiliados como Carlos María de Alvear, Manuel de Sarratea y Miguel Estanislao Soler- gracias a la Ley del Olvido (noviembre de 1821). En 1823, fue electo representante ante la Junta de Gobierno y desde su periódico El Argentino respaldó las ideas federalistas, en oposición al gobierno de Bernardino Rivadavia, lo cual le hizo ganar prestigio en las provincias. En 1825, se entrevistó con Simón Bolívar, a quien consideró el único capaz de contener los planes expansionistas del Imperio de Brasil.

El militar convertido en político resulta elegido representante por Santiago del Estero en el Congreso Nacional. Cuando se discute la Constitución de 1826 se destaca en los debates sobre la forma de gobierno y el derecho al sufragio. Desde el periódico El Tribuno continúa atacando la posición centralista de Rivadavia, lo que aumenta su prestigio en las provincias.

Al referirse a la constitución rivadaviana de ese año, Dorrego afirma: "Forja una aristocracia, la más terrible porque es la aristocracia del dinero. Échese la vista sobre nuestro país pobre, véase qué proporción hay entre domésticos asalariados y jornaleros y las demás clases del Estado (...). Entonces sí que sería fácil influir en las elecciones, porque no es fácil influir en la generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas; y en ese caso, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro con el Banco, y entonces sería el Banco el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación en todas las provincias".



Allá por el veintiséis
Diputado en el Congreso
Defendía el derecho cívico
De los empleados a sueldo
Excluidos de votar
Con el absurdo pretexto
Que el depender de un patrón
Ataría su pensamiento
En defensa del humilde
Se alzó el verbo de Dorrego

Acosado, Rivadavia renuncia a la presidencia. Vicente López es designado mandatario provisional. En agosto de 1827, Dorrego es electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero ante el tratado de paz firmado con Brasil, los unitarios ven la posibilidad de recuperar el poder aprovechando el descontento de los jefes militares de regreso. Ex compañeros de exilio, como Soler y Alvear, junto con los generales Martín Rodríguez, Juan Lavalle y José María Paz comienzan a conspirar para derrocar al gobierno federal.

El 1° de diciembre de 1828, Lavalle ocupa Buenos Aires con sus tropas. Dorrego se dirige al sur de la provincia y le pide apoyo a Juan Manuel de Rosas, entonces comandante de campaña. Rosas le aconseja que vaya a Santa Fe y le solicite respaldo a Estanislao López, pero Dorrego decide enfrentar a Lavalle. Las fuerzas de uno y otro se chocan en Navarro. El gobernador cae prisionero y el vencedor ordena, sin ninguna grandeza, que muera fusilado el 13 de diciembre. La decisión estremece a la capital y las provincias.

Del veintisiete al veintiocho
En su gestión de gobierno
Propulsó el federalismo
Que siempre fuera su credo
Y cayó buscando luz
Entre las sombras envuelto
No pudo montar de vuelta
Como lo hizo en Nazareno
Y en un trece de diciembre
Se apagó Manuel Dorrego

El valiente general unitario Gregorio Aráoz de Lamadrid, un tucumano que peleó la guerra de independencia y en las luchas que siguieron en Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe, permanece junto a su ex camarada Dorrego hasta el abrazo final. A él le entrega el condenado cartas para su mujer y las dos hijas. A la esposa le escribe: "Mi querida Angelita: En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir. Ignoro por qué; mas la Providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí. Mi vida: educa a esas amables criaturas. Sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado Manuel Dorrego". Tiene 41 años.

Aráoz de Lamadrid es un oficial curtido que combatió en Tucumán, Córdoba, San Juan y Mendoza. También conoció el exilio en Bolivia y Chile. Dorrego le pide al compadre su chaqueta para morir y le solicita que le entregue a su esposa Ángela la que él lleva puesta. El duro Aráoz se "quiebra" ante la entereza de su amigo-adversario y llora frente a la tropa como un adolescente.
Navarro, diciembre 13 de 1828

Sr. Ministro:

Participo al Gobierno Delegado que el Coronel Manuel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor Ministro, juzgará imparcialmente si el Coronel Dorrego ha debido o no morir. Si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. Quiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio.

Saludo al señor Ministro con toda atención.
Juan Lavalle

Allí en la Estancia de Almeida

Se ordenó el fusilamiento
Con un pañuelo amarillo
Sus ojos enceguecieron
Cuando el padre Juan José
Lo acompañaba en silencio
Sonaron ocho disparos
Y quedó escrito en un pliego
Besos para esposa e hija
Que Dios proteja mi suelo
Ahorren sangre de venganza
Firmao' Manuel Dorrego

Ángela Baudrix, la viuda, queda en la miseria. Sus hijas tienen seis y 12 años de edad. Tiempo después se ven obligadas a trabajar de costureras en el taller de Simón Pereyra, un proveedor de uniformes para el ejército y especulador en la compra-venta de tierras. [Nota al margen: en una de sus extensas propiedades, ubicada en El Palomar, en 1925 se inició la construcción del Colegio Militar de la Nación, del que egresarían varios discípulos de Lavalle. Un general Aramburu, por ejemplo, fusilador de un general Valle.]

Juan Lavalle nació en Buenos Aires el 17 de octubre de 1797. Desde los 14 años hasta su muerte, a los 44, su vida estuvo consagrada a las armas. Al mando de Dorrego, luchó contra Artigas y combatió en la batalla de Guayabos. El escritor Esteban Echeverría (1805-1851), autor de El Matadero y La Cautiva, que también era unitario, lo describió como "una espada sin cabeza".

En cambio, el periodista e historiador José Manuel de Estrada (1842-1894), considerado uno de los más lúcidos intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX, escribió un homenaje a Manuel Dorrego que puede considerarse un conmovedor epitafio:

"Fue un apóstol y no de los que se alzan en medio de la prosperidad y de las garantías, sino apóstol de las tremendas crisis. Pisó la verde campiña convertida en cadalso, enseñando a sus conciudadanos la clemencia y la fraternidad, y dejando a sus sacrificadores el perdón, en un día de verano ardiente como su alma, y sobre el cual la noche comenzaba a echar su velo de tinieblas, como iba a arrojar sobre él la muerte su velo de misterio. Se dejó matar con la dulzura de un niño, él que había tenido dentro del pecho todos los volcanes de la pasión. Supo vivir como los héroes y morir como los mártires".

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Burocracias (Alfredo Zaiat, Pagina 12, 15 de noviembre de 2009)

Definir como burocracia a una organización viene acompañado de una carga negativa, que en el caso de las estructuras sindicales se relaciona con escasa vocación democrática y con dirigentes que se eternizan en los cargos. Este tipo de funcionamiento, que motiva críticas diversas, no es exclusivo de los sindicatos tradicionales, sino que también se observa en movimientos sociales, partidos de izquierda y en gremios y asociaciones alternativas. Los candidatos de siempre en cada una de las elecciones nacionales y la permanencia de líderes sociales históricos en el espacio público no reflejan un proceso de renovación “democrática”. Si bien puede haber una corriente de simpatía, cercanía ideológica y mejor trato de ciertos analistas a estas últimas organizaciones, la “vida democrática”, la permanencia de las mismas camadas de dirigentes y la continuidad de sus caciques en los primeros planos no difiere en mucho en términos de representatividad a lo que se denomina despectivamente “burocracia sindical”. El debate en ese sentido, orientado a normas propias de la democracia liberal relacionadas con la mayor o menor accesibilidad para la elección de representantes, empequeñece la relevancia de la lucha sindical. Las condiciones laborales, la pelea por aumentar el poder adquisitivo y, en definitiva, la construcción de la conciencia de clase de los trabajadores se manifiesta en la práctica concreta de dirigentes de base y también de la conducción de los sindicatos. Ese proceso dinámico y vital, que sobrepasa a las antiguas y a las viejas-renovadas estructuras sindicales, es más relevante que la disputa por la pluralidad de organizaciones sindicales, más aún cuando se intensifica la puja distributiva en un marco del avance de corrientes conservadoras. Esas disputas acerca de la representación gremial corren el riesgo de dividir y del enfrentamiento y, fundamentalmente, del desgaste de fuerzas en la necesaria defensa de los intereses materiales de los trabajadores.

En ese escenario no está en cuestionamiento el modelo sindical argentino, debido a la puja con la CGT por la personería gremial de la CTA o del reconocimiento de organizaciones de base como los del subte, sino que lo que está en crisis es todo el movimiento gremial argentino. Una crisis de legitimidad en la representación obrera expresada en la baja tasa de afiliación, manifestación de los profundos cambios generados en la década del ’90 por la fragmentación del mercado laboral, y también en la campaña de desprestigio de los sindicatos. Desprestigio ganado por derecho propio, pero también por la exacerbación de los prejuicios del pensamiento dominante sobre dirigentes de trabajadores. Esa crisis también se reconoce en otros factores importantes, como la constitución de “sindicatos–empresas” en los ’90, la subordinación a los intereses de grupos privados durante la enajenación de las empresas estatales, y el aval brindado a políticas que implicaron despidos masivos y normas de flexibilización laboral. La desestructuración productiva de los ’90 y la cooptación neoliberal de un grupo de dirigentes sindicales, conocidos como los “Gordos”, pretendió completar la tarea de destrucción que se propuso la dictadura militar de las organizaciones gremiales. No fue casual que la mayor parte de los detenidos-desaparecidos (67 por ciento, según la denuncia de la CTA presentada en marzo de 1998 ante el Juzgado Central de Instrucción Nº5 de la Audiencia General de Madrid) fueran delegados de fábrica, miembros de comisiones internas o activistas. Los dirigentes sindicales encarcelados, detenidos-desaparecidos o asesinados fueron precisamente aquellos que, en el ejercicio de la función sindical, mayor espacio dieron a la acción de las bases.

Ante esa adversidad, en los últimos años se está desarrollando un lento pero persistente proceso de recuperación de legitimidad del movimiento obrero pese a la reiteración de estereotipos reaccionarios difundidos por la cadena nacional de medios privados. Hugo Moyano, en la CGT, y Hugo Yasky, en la CTA, y también delegados de base de izquierda pero encuadrados en su sindicato madre, como los de Kraft, muestran que cada uno con su estilo, historias y tradiciones van rehabilitando la vitalidad del sindicalismo. El enfrentamiento entre esas expresiones gremiales, alentadas por sectores a los que poco les importan las condiciones materiales de los trabajadores, es un sendero que esos dirigentes deberían saber eludir. Al respecto, un documento elaborado por el abogado especializado en Derecho Laboral Enrique Arias Gibert, “La reconstrucción del contrapoder sindical. Un paso necesario para la democratización de las relaciones sociales”, plantea un concepto más abarcador del difundido en el sentido común acerca de la democracia sindical. Afirma que “la existencia misma de la organización sindical encuentra su razón de ser en el principio democrático. Es la afirmación del poder hacer de los excluidos de los medios de producción. Frente a este principio democrático sustantivo, los principios de libertad sindical o de unidad sólo tienen una función instrumental”.

Arias Gibert sostiene que “los sindicatos son organizaciones en lucha, no son un club social. El argumento que se le opone normalmente es que, precisamente a consecuencia de la burocratización, los sindicatos han dejado de cumplir su rol y el poder social que emerge de la potencia sindical es apropiado para fines privados de los dirigentes”. Sin embargo, el especialista se aleja de la respuesta habitual frente a esa generalizada descripción, para sostener que “lo que se desprende del contraargumento no es la necesidad de la pluralidad sindical, sino la de la democratización efectiva de las organizaciones sindicales”. Menciona que la proliferación de sindicatos puede abrir la puerta a la creación de los denominados “sindicatos amarillos”, que se ponen al servicio de los intereses de las empresas. En esa línea, con un saludable criterio provocador para abordar la cuestión, se pregunta “¿por qué razón la dirigencia de un sindicato alternativo va a ser menos burocrática que la del sindicato único?”.

La división de los trabajadores por su representatividad en centrales sindicales, aspecto que merece su evaluación, no favorece, cuando se lo considera como tema excluyente, al desarrollo de un proceso complejo de reparación frente al largo ciclo de destrucción de la legislación protectora de los derechos laborales, de empleos y de las condiciones de trabajo. Es indudable que la fortaleza de las organizaciones de trabajadores se encuentra no sólo en las estrategias de negociación y conflicto, sino en la solidez de la representación en los lugares de trabajo. Pero las burocracias no son el único y principal motivo de la muy baja presencia de instancias de representación directa de los trabajadores en las plantas. Los procesos sociales que involucran una mayor participación, con el consiguiente surgimiento de nuevos y jóvenes líderes sindicales, no se precipitan por decisiones superestructurales.

jueves, 11 de junio de 2009

Zoncera Nº 34: Unión Industrial Argentina (Arturo Jauretche)

Estando aferrada la Sociedad Rural Argentina a la zoncera “mercado tradicional” y “comprar a quien nos compra”, la consecuencia inevitable tendría que ser su enfrentamiento con la Unión Industrial en cuanto la industria, propiciando la expansión del mercado interno, su mercado actual y la diversificación de los mercados exteriores, sus mercados potenciales, debe oponerse a la política de pobre interior y de unicentrismo económico, que además representa la libre competencia de la importación favorecida, con la industria local.

Todo lo contrario. La Unión Industrial se concierta con la Sociedad Rural Argentina para unificarse con A.C.I.E.L., que es la negación de una elemental política industrialista.

Siendo presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires recibí una vez a los miembros de la Cámara de la Bicicleta, comprobando que estaba integrada por los importadores y por los fabricantes. Esto no duró mucho tiempo, como es lógico, pero la actitud de la fuerza viva Unión Industrial, ya tiene 35 años de duración y es la misma de los bicicletistas.

¿Cómo se explica?

Esto se originó a raíz del tratado Roca – Runcimann.

Presidía entonces la Unión Industrial su viejo promotor, Luis Colombo, y la entidad organizó entonces, 1933, un gran mitín en el Luna Park para protestar contra las consecuencias que se preveían del tratado en gestación – el Roca – Runcimann -, cuyo resultado habría de ser la serie de leyes que constituyeron el Estatuto Legal del Coloniaje, por el cual se creaba un mecanismo legal destinado a frustrar el crecimiento del mercado interno por medio de las limitaciones que allí se establecieron.

Sin embargo, pocos días después del acto de protesta la Unión Industrial cambió de política y terminó apoyando las imposiciones del pacto Roca – Runcimann.

¿Qué había pasado?

Simplemente que por la regulación de nuestra producción los grupos son más poderosos, si perdían las posibilidades emergentes de la expansión total del país, se repartían el mercado ya existente. La Unión Industrial, es decir los vivos que constituyen la fuerza viva, prefirió la política de un mercado pobre, en monopolio, a la de un mercado rico, en competencia.

Por la regulación cada uno aseguraba su cuota de mercado con lo que con menor inversión obtenía mayor margen en razón de la exclusividad repartida.

Hasta Luis Colombo arrió las banderas. Bien es verdad que él era un hombre de la firma Lengs Roberts, agente de Baring Brothers, pero ya lo era cuando mantuvo la correcta posición industrialista. Es que era también bodeguero y el vuelvo del vino elaborado, y la extirpación de viñedos contribuía a estabilizar el mercado para las bodegas que se repartían la cuota, y esto se resolvía con respectiva Junta Reguladora.

Esta causal operó en las actividades de ciertos grupos industriales que desde entonces mantienen la política de frenar la producción frenando la demanda del mercado. Todavía en 1943 los productores de cemento afirmaban que había exceso de producción en el país. ¡Y en los años inmediatos hubo que importar enormes cantidades para poder servir la demanda interna!

Es un hecho conocido por otra parte que nuestras fábricas, por lo menos las más importantes de ellas, están en condiciones de multiplicar la producción y en un grado de tecnificación que permitiría bajar lo precios. Pero las empresas más adelantadas técnicamente prefieren no haberle competencia a los que están en inferioridad de condiciones, pues les conviene producir menos y obtener más margen dejando que los más atrasados sean los que dan el nivel de costos.

Es posible que haya otras explicaciones, pero no las dan los títulos industrialistas que si es cierto postulan ventajas particulares para cada actividad propia –y en esto son intervencionistas de Estado-, se aferran a la política liberal tradicional cuando se trata de una orientación general de la producción. Esto también explica que un organismo apolítico como la Unión Industrial haya tenido tan decidida actividad política cada vez que ha estado en conflicto la posibilidad de una política económica nacional, con la de los mercados tradicionales. Así entre 1945 y 1955.

Explicado por qué se conjugan en A.C.I.E.L. cosas aparentemente tan contradictorias como la de los industriales y la de los ganaderos anti-industrialistas, está explicada A.C.I.E.L. Y explicada A.C.I.E.L. no hay necesidad de decir por qué esto de las fuerzas vivas es una zoncera. Salvo para los vivos que la usan.

martes, 12 de mayo de 2009

Plebiscito y proceso golpista (Rubén Dri *)

Hace unos días, el conocido amante de los golpes Mariano Grondona y el patrón sojero Hugo Biolcati se divertían en la televisión jugando a las adivinanzas sobre el momento en que se produciría el golpe destituyente. El candidato propuesto, que por otra parte ya tiene el gabinete en la sombra, es Julio Cobos. La manera sobradora en la que se expresaron ambos protagonistas es una clara manifestación de la seguridad con la que camina el movimiento golpista (o “destituyente” para no herir oídos delicados). Desde que las patronales del agro se largaron a hacer el agresivo y violento lockout del año pasado, estuvo claro para quien quiso verlo que lo que se pretendía como máxima era la destitución del Gobierno y, como mínima, su debilitamiento. Por ello a Eduardo Buzzi no le importó que el rechazo de la 125 dañase logros para los medianos productores, pues lo que se pretendía era derrotar al Gobierno, debilitarlo para terminar con un Estado que pretende “entrometerse” en los negocios sojeros. Aunque a mentes puristas les incomode, de lo que se trató (y de lo que se sigue tratando ahora, y el próximo plebiscito es parte de ello) es de la lucha entre dos proyectos de país enfrentados. No me gusta hablar de modelos, porque éstos hacen alusión a algo puro, cosa que no se da en ninguno de los dos proyectos. Si bien es cierto que el proyecto expresado por el gobierno de Cristina Fernández presenta contradicciones que lo oscurecen, poseemos algunas claves infalibles para saber si efectivamente se trata de un proyecto nacional y, en consecuencia, con beneficios para el pueblo. Se trata de ver cómo lo tratan Clarín y La Nación, sus voceros más connotados, Mariano Grondona y Joaquín Morales Solá, y los canales de televisión en manos en los grandes monopolios. Pocas veces se han visto en nuestra historia reciente tanto odio, tanta saña, tanta mentira, como la que diariamente nos muestran los grandes medios de comunicación. Da la impresión de que nos encontramos bajo la más feroz dictadura, con el peligro diario de ser asaltados, con la prensa amordazada, aislados del mundo. Una negra dictadura a la que sólo le falta Auschwitz, como dijera la pitonisa chaqueña. A partir del feroz lockout con que las corporaciones agrarias castigaron a la sociedad toda, salió a relucir el accionar de una derecha reaccionaria que supo conquistar un espacio social en proporciones que nunca antes había logrado. Su avance es el dato más peligroso que presenta la actual coyuntura. En un momento en que finalmente en América latina se está respirando un aire de autonomía y de solidaridad en proyectos independentistas y liberadores, esta derecha presenta el peligro mayor. Néstor Kirchner llega a la presidencia por la ventana, sin base social. Con una inteligente lectura de lo que había sucedido en la pueblada del 19-20 diciembre de 2001, rápidamente toma diversas medidas direccionadas a responder a demandas urgentes que habían sido expresadas en dicha pueblada. Es necesario confesar que nadie o muy pocos, si había alguno, sospechaba el giro que su gobierno habría de tomar rápidamente. Recuperación del Estado, saneamiento de la Corte Suprema y del Ejército, derogación de las leyes de impunidad, fortalecimiento de los organismos de derechos humanos, una serie de reestatizaciones como AYSA, Correo Argentino, Aerolíneas Argentinas, fin del negocio de las jubilaciones privadas, creación del Museo de la Memoria y del Archivo Nacional de la Memoria en lo que fuera la ESMA, fortalecimiento de la integración latinoamericana, muerte del ALCA, creación de Unasur y del Banco del Sur, por citar algunas de las acciones del Gobierno que hace que se pueda hablar de un gobierno nacional con medidas en beneficio del pueblo. Para ser efectivamente “popular” se necesita algo más, participación popular, la que es imposible sin la creación de un movimiento popular. Este movimiento existe “en-sí” o en potencia, en la medida en que se encuentra fraccionado, sin posibilidades de constituirse en el actor fundamental de la política del Estado. La política de transversalidad intentada por el Gobierno tuvo magros resultados, en gran parte por no ser una iniciativa que creciera de abajo hacia arriba. Desde los ’60 y ’70 la deficiencia fundamental para una política nacional y popular ha sido la falta de ese movimiento que supo expresarse en momentos críticos como 2001, pero que no pudo cuajar en una organización o estructura en la que se respetasen las divergencias para ser realmente el factor fundamental de poder. En el proyecto del Gobierno hay una profunda contradicción entre la política del Estado que, pese a fallas graves, se orienta hacia la recuperación del Estado con orientación popular en lo interno y latinoamericana en lo externo, y el instrumento político formado por el PJ y sus alianzas. De no resolverse esa contradicción de forma superadora, que sólo puede efectivizarse con la creación del movimiento popular, se resolverá con un retroceso inevitable. Creación del movimiento popular, creación de poder popular, de abajo hacia arriba, es una tarea imprescindible si se pretende que el proyecto nacional sea verdaderamente popular y tenga posibilidades ciertas de producir las profundas transformaciones que requiere el país. Mientras, ¿qué pasa con las próximas elecciones? ¿El movimiento popular debe desentenderse? Para una respuesta, menester es tener en cuenta que las elecciones legislativas a mitad de un período presidencial siempre fueron plebiscitarias, es decir, siempre sirvieron para aprobar o desaprobar la política del Ejecutivo. Cuando se produce una fuerte desaprobación, esto es, una derrota del Ejecutivo, éste ya está muerto aunque todavía pueda durar un tiempo. Así les pasó a Alfonsín y a De la Rúa, quien pretendió desentenderse del problema alegando que él no era candidato. Un triunfo de esta derecha agresiva que ante nada se detiene significará la marcha hacia la destitución soñada y predicada por Grondona, el inicio del retroceso hacia el neoliberalismo y todas sus nefastas recetas, la vuelta del FMI, de las relaciones carnales con el imperio. Los diversos movimientos populares encontrarán los mayores obstáculos para su crecimiento. Uno de los aspectos más negativos que se producirían con el avance de la derecha sería el dar la espalda a la construcción de la Patria Grande Latinoamericana. La Argentina podría tener el triste y nefasto papel de ser tal vez el mayor obstáculo para esta construcción.

* Profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

martes, 31 de marzo de 2009

ORGANIZACIONES POPULARES, LA NUEVA LEY DE COMUNICACIÓN Y LA BATALLA POR LA PALABRA (Marcelo Koenig)

La nueva ley de medios es un desafío. Conquistar una ley democrática escribiendo el epitafio de la ley de la dictadura es una cuenta pendiente del último cuarto de siglo, desde la restauración democrática. Una de las tantas deudas con la justicia que esta democracia que supimos conseguir aun no ha afrontado. Nunca es demasiado tarde. Vamos a dejar atrás una ley obsoleta. Dictada en un tiempo donde existían sólo un puñado de televisores color en todo el país y un elemento de alta tecnología era el fax. Una ley firmada por Videla (responsable del genocidio político) y Martinez de Hoz (responsable del genocidio económico). Una ley fundada sobre la nefasta Doctrina de la Seguridad Nacional. Por eso fue que esa ley nos desapareció la palabra. Aquellos que soñamos por la liberación tuvimos demasiados años la palabra secuestrada, torturada, desaparecida. Aunque jamás fue vencida. Continuó rondando por nuestros barrios, de boca en boca, refugiada a veces en las radios comunitarias, en las revistas barriales y las políticas…

En los tiempos de Alfonsín, asistimos al incesante bombardeo de los tíos Bernardo y Mariano, contra el Estado, preparando el terreno para la aplicación más estricta del Consenso de Washington. Y nuestra palabra era silenciada con el embate de la teoría de los dos demonios, que ponía en el mismo banquillo a víctimas y victimarios. El modelo liberal y dependiente, de rodillas ante el FMI se prologaba en el tiempo. Y la ley de radiodifusión dictatorial también. La democracia había perdido una oportunidad…

Vimos también, durante el apogeo del neoliberalismo, como nuestra palabra era pisoteada por el desmedido peso de la concentración monopólica y oligopólica. Maquillaje en un par de artículos de la ley de Videla y ya estaba lista para servir a esos propósitos. Los grandes medios se constituyeron en grupos económicos, siguiendo el camino general de la economía con las privatizaciones y la transnacionalización económica. El maridaje entre la democracia restringida y el reino absoluto de la voluntad del dios mercado, hizo que millones de argentinos cayeran en la exclusión. Sin pan y sin trabajo, nuestra palabra permaneció en el cono de sombra a la vera de los caminos y las rutas. Por lo menos hasta que empezamos a cortarlas.

Con el grito popular que dijo basta de injusticia y neoliberalismo se empezó a escribir otra historia. Y con Kirchner en el gobierno llegaron a la Rosada algunos de nuestros sueños. Pero aun la ley de la dictadura se resistió ocultándose tras la fuerza creciente de los grupos multimedia. Y les alcanzó la fuerza para arrancar una prolongación de sus licencias…

Por eso es que esta nueva ley, una ley de comunicación de la democracia, constituye un batalla por la palabra. Acaso la madre de todas las batallas. Tenemos que dejar definitivamente atrás los tiempos del silencio, en que los sectores populares no teníamos expresión.

Dentro de la palabra que queremos recuperar está, sin duda, la resignificación y el rescate de la política. Sin política no hay transformación posible. Y nuestra palabra política está enterrada bajo los escombros del bombardeo desinformativo, la frívola faradulización de los mensajes, y los intereses comerciales y económicos de los grupos económicos mediáticos.

En definitiva, los medios masivos de comunicación -con un nivel de concentración que sorprende incluso a los ojos de las grandes potencias del capitalismo- son el principal mecanismo de aplicación de la exclusión política. La política es demonizada, convertida en el chivo expiatorio de todos los males de la república. Así, los políticos son únicos los padres de todas las crisis. Jamás habremos de escuchar una autocritica acercad de la co responsabilidad del sector empresario. Los políticos –de forma indiferenciada, los revolucionarios y los reaccionarios en la misma bolsa- son seres corruptos que hay que alejar de la vida cotidiana de Pueblo, convertido en un nuevo escamoteo de palabras en gente. Gente preocupada por las cosas que les preocupan a ellos… Ellos que aunque tienen pleno ejercicio de su libertad de prensa y ni hablar de su excesiva libertad de empresa, dicen que están perseguidos e interferidos. Con la misma valentía que callaron ante la dictadura mientras desaparecían nuestros compañeros y se desvivieron en elogios hacia los dictadores. Casi da risa, si no fuera trágico.

Los monopolios y oligopolios mediáticos son una gran trinchera para la defensa de los intereses de sectores minoritarios que van a defender sus privilegios a capa y espada. Sus propios intereses en tanto grupos económicos.

Por eso es que esta ley es estratégica.

Los ejes de la propuesta de la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual son claros. Es preciso garantizar el derecho a la información, además de a la libre expresión.

El hecho de declararla “una actividad de interés público” (art. 2) y no una mera cuestión comercial, regida por la libertad de mercado y el mero tráfico de mercancía (tal como lo hacía la dictadura) es clave. Siendo la comunicación parte del interés público, el Estado tiene el derecho y el deber de intervenir, de regular, de controlar los abusos y los excesos. Sin la intervención del Estado nuestros derechos se parecen a la libertad del gallinero. La libertad de que el zorro se coma a la gallina se coma al zorro. O en su otra versión: que el que se pare en el palo de arriba siempre nos cague.

Otra cuestión central es como se divide el espectro. Un tercio para la comunicación comercial. Un tercio para la pública, es decir, para la emanada de los órganos del Estado, con el debido control democrático.

Y finalmente, el otro tercio (art. 77) es para las organizaciones sin fines de lucro (a las organizaciones libres del Pueblo –en el camino de rescatar palabras-). Eso rompe con la esencia de la ley de la dictadura que sólo permitía a las entidades comerciales ser propietarias de licencias.

Pero la ley no será un punto de llegada sino un punto de partida. Las mayorías populares deberán aprender a darse herramientas de comunicación para recuperar la palabra y que la ley no sea letra muerta. Para evitar, por ejemplo, que el tercio de las organizaciones sin fines de lucro se convierta en el tercio de los testaferros o bien en un tercio inexistente por la incapacidad de gestionarlo económicamente. Es ahí donde es preciso darse una política estrategia de alianza con aquellos sectores con mayor fuerza económica pero con intereses contradictorios con los grandes monopolios como por ejemplo las grandes cooperativas y mutuales.

En síntesis, nos enfrentamos a la gran batalla por recuperar la palabra. El desafío de conquistar nuestro derecho a la información. Nuestro derecho a comunicarnos. Nuestro derecho de dejar atrás de una vez y para siempre los tiempos de la oscuridad y el silencio.

jueves, 19 de marzo de 2009

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL PROYECTO DE LEY "SERVICIOS DE COMUNICACIÒN AUDIOVISUAL"

La Plata, 18 de marzo de 2009

Tienen que acostumbrarse que soy Presidenta, así que hagan una consigna con ovarios, en todo caso. Es difícil combatir el machismo, en la Argentina, hasta en las consignas de los compañeros más progresistas todavía. Bueno, muy buenas tardes a todos y a todas; señores Gobernadores; señores Intendentes; señores miembros del cuerpo diplomático; señores miembros de distintos cultos reconocidos en nuestro país; Madres, Abuelas (APLAUSOS); señor secretario de la CGT; de la CTA; organizaciones no gubernamentales en general; me olvidaba de Néstor, dónde estás; señor ex presidente de la Nación y titular del Partido Justicialista, Dr. Néstor Kirchner: cuando el año pasado comenzamos las reuniones con las organizaciones integrantes de la Coalición Democrática, y luego con las distintas organizaciones que nuclean a las empresas periodísticas, porque en realidad mantuvimos reuniones con todos los sectores, tal vez algunos creyeron que se trataba simplemente de un ejercicio que nunca iba a poder concluir en lo que hemos denominado una vieja deuda de la democracia, y que es esta propuesta de proyecto de ley, que hoy tenemos aquí.

Seguramente, cuando ustedes aborden la lectura de este trabajo, de este documento de trabajo, van a entender que no es una actitud que tenga que ver con una cuestión coyuntural, que tenga que ver con una cuestión de diferentes actitudes o posiciones que cada uno de los que tenemos responsabilidades institucionales tomamos ante determinadas actitudes o situaciones, por el contrario, van a ver que se trata realmente de un instrumento jurídico, que ha sido trabajado con una seriedad, con una profundidad que va a permitir precisamente, en un esquema como el que estamos proponiendo de foros regionales, a lo largo y a lo ancho del país, debatir sobre un tema que es central y que es la posibilidad de que todos los argentinos tengan derecho a la expresión y que todos los argentinos tengan derecho a aquellos bienes, de carácter social, que no pueden ser monopolizados por un sector, ni por una empresa, ni por nadie que crea en un mundo como el que estamos viviendo que puede ser dueño de la palabra, del pensamiento y de la expresión de todo un pueblo. (APLAUSOS).

Van a ver en este documento, realmente, no solamente cuadros comparativos, guías, podrán referenciar cuáles son los artículos que reflejan los 21 puntos de la Coalición Democrática, sino que tambièn verán por primera vez, desde el Código de Vélez Sársfield un proyecto de ley anotado. ¿Qué significa esto para los que no son abogados? Que al píe de cada artículo, que constituye la parte dispositiva de una ley, como es por ejemplo el Código Civil, hay lo que los abogados denominamos una nota, donde se explica el origen y el derecho comparado, que hemos tomado precisamente para formular esa nota. ¿Por qué fue esta instrucción que le di a todo el equipo que trabajó y que consultó para elaborar esta propuesta, que hoy estamos sometiendo a consideración de toda la sociedad, para luego llevarla al Parlamento? Porque precisamente no quería que a partir de la manipulación de la información, a partir de esa práctica, que muchas veces vemos, de extrapolar una frase o algo para querer presentar una cosa que no es. Quise precisamente que cada argentino, que cada argentina tuviera la garantía que cada una de estas normas que hemos plasmado en los artículos, que obviamente serán perfectibles, corregibles, mejorables tienen un origen, que es el derecho comparado, y fundamentalmente de todas aquellas democracias más modernas y más contemporáneas, en materia de acceso a la información y de sistemas audiovisuales. Era una obligación y una responsabilidad porque las frustraciones siempre han sido muy grandes en nuestra sociedad.

A veces tengo la sensación - recién cuando veía las imágenes del corto, recordaba lo que decía Gabriel: "25 años esperando para presentar una propuesta de proyecto de ley que pueda ser debatida por toda la sociedad" para que no sea, como alguien puso hoy: "Cristina presenta su proyecto", este no es el proyecto de Cristina, ni del gobierno ni de un partido, yo quiero que sea la propuesta que ponemos a consideración de los argentinos para que estos la mejoren, a partir de convocar a ONGs, sindicatos, universidades, por cierto sé que hay también rectores de universidades presentes, les pido disculpas por no haberlos mencionado, les agradecemos muchísimo la presencia de todos ustedes aquí y precisamente creemos que las universidades, sus estudiantes, sobre todo en materia de Ciencias de la Información van a ser uno de los núcleos y puntos nodales centrales en la discusión y en la formación de este proyecto, que tiene que ser además, tambièn, participativo para ONGs, para sindicatos, para las propias empresas e industrias culturales en el país. Y también quiero hacer una aclaración porque he escuchado también algunas críticas que se oponían a esta norma que todavía no conocían y decían que podía afectar tal o cual cosa. Esto se refiere estrictamente al sistema audiovisual de la República Argentina, una empresa puede ser propietaria de uno o de 20 ò de 1.000 diarios y periódicos que esta ley no los involucra, porque esto se refiere exclusivamente a sistemas audiovisual. Será que, tal vez, haya algunos que tengan, lo que comúnmente se denomina, cola de paja pero en realidad esto tiene que ver únicamente con el sistema audiovisual. (APLAUSOS)

La verdad que muchos, muchos de los puntos que están incluidos aquí son y van a constituir esencialmente el soporte de las nuevas tecnologías, porque - como lo charlábamos con la gente de la Coalición Democrática, el año pasado - esta ley no está solamente, la ley vigente invalidada por el origen, que por cierto es grave, dictatorial, está también invalidada porque ha sido tal el salto tecnológico, ha sido tal en pocos campos, como en el de la comunicación, hemos tenido una evolución tan vertiginosa, como en los últimos 20 ó 30 años. Necesitamos, entonces, un soporte jurídico precisamente para que la incorporación de esas nuevas tecnologías no ahonde la brecha digital y deje a la mayoría de la sociedad fuera de la modernidad y fuera de un sistema de comunicación que precisamente tiene que ser una garantía de que todo el mundo pueda expresarse y de que toda el mundo pueda acceder a toda la información.

Por eso, esa expresión "una ley para que todos puedan hablar y también para que todos se puedan informar", comprendiendo a la información, no como lo que alguien quiere que se sepa, sino realmente todo lo que sucede para que cada ciudadano, cada ciudadana, pueda formar su propia opinión.

Si ustedes me dijeran qué espero como resultado de esta ley, diría que es que cada uno aprenda a pensar por sí mismo y decida pensar, no como le marcan desde una radio, desde un canal, sino que, precisamente, pueda acceder a toda la información, a todas las voces, a todas las creencias religiosas, a todas las creencias políticas para que, entonces, ese ciudadano pueda decidir a qué dios le quiere rezar, a qué partido puede ingresar, quién es el que no le gusta, quién es la que le gusta; en definitiva, yo creo que solamente podemos formar ciudadanos libres si esos ciudadanos tienen la posibilidad de formar su propio pensamiento. (APLAUSOS)

Si ustedes me preguntaran qué es lo que quiero, este sería mi mayor deseo como resultado positivo de la aplicación de esta propuesta que va a ser discutida y que, finalmente, llegará al Parlamento argentino como corresponde en todo sistema democrático, pero no ya siendo la ley de un gobierno o de un partido, sino el proyecto de ley de todos los argentinos. (APLAUSOS) El hecho de reservar el 33 por ciento del espacio audiovisual de la Argentina para organizaciones que no tengan fines de lucro, nos va a dar una garantía de ello. (APLAUSOS)

Por primera vez iglesias, universidades, fundaciones, sindicatos, organizaciones que no tienen fines de lucro, podrán acceder a tener una señal de transmisión, una voz, un lugar donde expresar lo que piensen, lo que sienten, lo que les pasa y creo que eso es, precisamente, articular, entonces, entre el Estado, la sociedad y el mercado.

Durante mucho tiempo hubo mucha negación por parte de los fanáticos del mercado de la importancia del Estado y, por supuesto también, de la sociedad, porque, en definitiva, cuando alguien afirma que el mercado todo lo resuelve, todo lo asigna y sobre eso no se puede discutir, hay una clausura, no solamente del Estado, porque, en realidad, cuando estaban clausurando el Estado estaban clausurando la participación de la sociedad. Lo que pasa es que quedaba mucho mejor decir que el Estado era ineficiente a reconocer verdaderamente que es mucho mejor para el mercado cuando la sociedad no interactúa. (APLAUSOS)

Creo, amigos y amigas, sinceramente, que todas las teorías excluyentes y negadoras finalmente terminan cayendo, como cayó el Muro de Berlín cuando negó la posibilidad de que la sociedad pudiera acceder y disfrutar de bienes y servicios del mercado y como cuando caen también los muros de Wall Street, cuando niega la posibilidad de que la sociedad y el Estado tengan participación en la regulación de las actividades que conforman el mundo económico. (APLAUSOS)

Por eso creo que en esta ley estamos condensando además, lo que podríamos llamar los tres actores fundamentales: la sociedad, el Estado, en sus poderes, y el mercado y también, por primera vez, que el sistema audiovisual nacional tenga participación en la dirección, no solamente de representantes del Poder Ejecutivo, que obviamente para eso se hacen elecciones democráticas donde alguien tiene la iniciativa desde el aparato del Estado, sino también para que tengan participación las minorías parlamentarias y la constitución de una comisión bicameral que, además, haga seguimientos sobre todo el sistema audiovisual en la Argentina. Algo inédito también y que no existía hasta ahora y que lo ponemos a consideración de la sociedad seguramente para mejorar la propuesta.

Finalmente, quiero decirles algo. Yo escuchaba cuando Gabriel decía que hacía 25 años que esperábamos esto y cuando uno mira las cosas que han sucedido en estos años, no solamente, por supuesto en este año y pico que llevo como Presidenta de los argentinos, sino en el período que se inició en el 2003, tengo la sensación de que somos un gobierno que venimos pagando viejas deudas, un gobierno pagador de deudas de la democracia, desde el nivel de desendeudamiento, que usted ex presidente comenzó a poner a nuestro país cuando canceló la deuda con el Fondo Monetario Internacional (APLAUSOS), sino también la deuda que significaba que quienes habían torturado, asesinado y desaparecido durante los años de la dictadura estuvieran libres y amnistiados (APLAUSOS), nuestra deuda con los derechos humanos (APLAUSOS), la deuda con nuestros jubilados (APLAUSOS), primero reconociéndoles aumentos desde que usted fue presidente y luego culminando con las dos leyes que tuve el honor de enviar como Presidenta de todos los argentinos al Parlamento y que fueron, una, la de consagrar la movilidad de los haberes y pensiones de los jubilados y, la otra, la de volver al Estado la administración del ahorro público de los argentinos (APLAUSOS). Siento que somos un gobierno pagador y pagador de deudas que contrajeron otros o que las construyeron otros, mientras que muchos de ellos, sin embargo, nos dicen que somos un gobierno que nos gusta manejar y administrar la caja.

Realmente, hemos pagado las deudas de los gobiernos que manejaron muy mal la caja de los argentinos, pero que tal vez manejaron muy bien otras cajas difíciles de ver (APLAUSOS) y, además, muchas de las veces prolijamente ocultadas también y disimuladas por quienes resultaron beneficiarios.

Yo tengo la esperanza de que podamos discutir y debatir esta ley en sociedad y luego en el Parlamento. Seguramente, como en todas las cosas que afectan intereses poderosos, habrá piedras en el camino, habrá intentos de tergiversación, habrá voces de esas que nunca faltan haciendo planteos. Bueno, todos ustedes vieron que todavía no se había conocido el proyecto de ley y ya algunos escribían hasta artículos en los medios de comunicación sobre un proyecto que todavía no había alumbrado.

Yo creo que tenemos que hacer un gran esfuerzo todos los argentinos para abandonar esas actitudes irreflexivas de oponernos por oponernos, de decir que no porque no o lo que es peor -y se ve en estos días, no tal vez con respecto a esta ley pero sí con respecto a algunas cosas que hoy está tratando el Parlamento-, hacer una cosa y cuando otro hace lo mismo está mal o lo critican, como aquel viejo dicho de "haz lo que yo digo pero no lo que yo hago". (APLAUSOS)

Yo creo que tal vez nos acostumbramos a ese tipo de prácticas porque siempre pasaba algo que borraba lo que se había hecho y, entonces, había un determinado lapso entre un hecho y el otro que permitía que la memoria no recordara una cosa y no pudiera identificarla correctamente. Pero las cosas suceden con tanta vertiginosidad que hemos llegado a escuchar cosas el día jueves, otras el día viernes y otras el día lunes sobre una misma cuestión y todas diferentes. (APLAUSOS)

Creo, entonces, que tenemos que hacer un esfuerzo muy grande todos, no es que haya nadie perfecto, yo no me siento mejor que nadie, se los puedo asegurar, sí me siento muy comprometida con mis convicciones, las que siempre llevé adelante con mucho esfuerzo, con mucho costo personal, pero con la gratificación de, tal vez, bueno, hacer honor a esas cosas por las cuales siempre creí y por las cuales me incorporé a la política en esta ciudad cuando era muy jovencita (APLAUSOS). Siempre que vengo a La Plata entro en un estado muy especial y cuando estoy además en este lugar, en este querido Teatro Argentino, que ha sido escenario de momentos muy importantes en nuestra vida política y en nuestra vida personal, obviamente, porque no podemos ser dos, ese estado es más especial. Yo no creo que una persona sea buena persona en un lado y mala en el otro, yo creo en las buenas personas en general, en la política, en la vida cotidiana (APLAUSOS) y la verdad es que quiero decirles que yo me siento muy agradecida a la vida, muy agradecida a todos ustedes, muy agradecida a los hombres como Gabriel Mariotto y su equipo (APLAUSOS) que pusieron mucho esfuerzo para que pudiéramos cumplir esto y quiero decirles a los argentinos que vamos a seguir pagando todas las deudas que tenemos todavía con millones de argentinos a los cuales no hemos podido llegar porque no han podido conseguir un trabajo o porque todavía están precarios o porque todavía no tienen un salario o porque todavía no tienen educación o vivienda o agua potable, es una deuda casi interminable, pero estamos dispuestos a dar nuestra vida para seguir pagándola. (APLAUSOS)

Por eso, agradecerles a todos y que esta ley que va a ser de la sociedad y que va a ser de la Argentina, sea una voz plural en lo social, en lo federal y que pueda ser un instrumento para que todos tengamos el derecho a ser visibles en la sociedad, que esta es la otra cosa que muchas veces nos han negado, no nosotros que, obviamente porque ocupamos cargos altos aunque quieran ocultarnos es más difícil, pero sí otros, los invisibles, los que solamente aparecen en una tragedia o solamente son instrumentos para presentarlos como demandas contra tal o cual idea. (APLAUSOS)

Yo creo, sinceramente, que tenemos una oportunidad muy grande todos los argentinos de seguir construyendo democracia, de seguir construyendo participación, de seguir construyendo autonomía nacional, de seguir construyendo esto que estamos haciendo, con dificultades, con contradicciones, con marchas y contramarchas, pero con la convicción y la certeza de que estamos construyendo entre todos un país diferente, el país que alguna vez soñamos.

Muchas gracias y buenas tardes a todos. (APLAUSOS)

Proyecto de Ley de Radiodifusión